Clausura de las bodas de oro de la parroquia Nuestra Madre del Dolor

La comunidad parroquial de la Parroquia Nuestra Madre del Dolor de Madrid (Avenida de los Toreros, 45), atendida por los religiosos amigonianos, ha celebrado con un Año Jubilar los 50 años de su erección canónica por el entonces arzobispo, monseñor Casimiro Morcillo. Estas bodas de oro han sido clausuradas este domingo, 17 de junio, a las 12:30 horas, con una solemne celebración de la Eucaristía, presidida por el obispo auxiliar de Madrid, monseñor Santos Montoya Torres.

La Eucaristía de acción de gracias contó también con la presencia del P. Marino Martínez, Superior General, y del P. Jesús María Etxetxikia, Superior Provincial. Concelebraron el Sr. Arcipreste, D. Félix González, el Párroco, D. Elkin Palacios, los Vicarios parroquiales, D. Cruz Goñi y Félix Martínez, los otros presbíteros de la parroquia, los de las comunidades de Madrid y varios sacerdotes del arciprestazgo de San Juan Evangelista, en el que se encuentra ubicada la parroquia.

 

En la monición de entrada, se nos recordó las palabras que anidan hoy en nuestro corazón, que “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Alegres porque en estos 50 años la parroquia ha sido un espacio para crecer y profundizar en la fe, ha sido un lugar de fraternidad y evangelización y ha posibilitado la atención a personas necesitadas. Y agradecidos por todo lo compartido por la comunidad parroquial, que siente y quiere expresar en esta Eucaristía.

En la homilía, el obispo nos habló de que el Reino es obra de Dios y está presente en medio de nosotros. La iniciativa es siempre de Dios y el esfuerzo y trabajo es nuestro. La fuerza transformadora y liberadora del Reino va trabajando en nuestros corazones con ritmo lento y firme y, a veces, de manera imperceptible. El Reino surge desde lo más pequeño, de lo sencillo y cercano. El Reino se hace robusto cuando es el resultado de un proceso de maduración lento y firme de los valores del Evangelio en nosotros y nos convierte en testigos y colaboradores de las causas justas. El Reino de Jesús gusta de la cultura del encuentro en la que cada persona tiene su nombre y una historia y pide de nosotros la colaboración y una gran confianza en Dios.

En el momento de las ofrendas, la comunidad parroquial ofreció la Biblia, la Palabra de Dios y la última Exhortación apostólica del Papa Francisco, “Alegraos y regocijaos”, doctrina de la iglesia, como núcleo de la evangelización en estos 50 años. También la Colecta que hicimos hoy a favor de los centros de menores de nuestra congregación en Venezuela y Nicaragua, como signo de la acción caritativa, dimensión esencial y social de nuestra fe. En tercer lugar, se presentó el Pan y el Vino, porque la Eucaristía ha sido y es origen, ámbito y meta de toda nuestra acción litúrgica. Finalmente se presentó la revista conmemorativa de los 50 años, que intenta reflejar las tres grandes áreas pastorales de nuestra comunidad parroquial.

Al finalizar la eucaristía, el P. Elkín manifestó que estos 50 años viviendo en la fe han sido años enmarcados en la salvación de todos y cada uno de nosotros y, de una u otra forma, han ido construyendo el Reino de Dios. En nombre de la comunidad parroquial, expresó su agradecimiento por la presencia y cercanía del Sr. Obispo, del Gobierno General y Provincial, de las Hermanas Terciarias Capuchinas, de los amigonianos de las distintas comunidades, de los sacerdotes de nuestra vicaría y arciprestazgo, del consejo pastoral y los grupos parroquiales, de la comunidad educativa del colegio, de todos los queridos feligreses y de la comunidad religiosa de Caldeiro.

Para el futuro y como parroquia amigoniana, desde la misión encomendada, queremos ser, dijo, una parroquia que ora y celebra, que sirve y evangeliza, que es comunidad familiar y que tiene responsabilidad social, suscitando en el corazón de los cristianos la alegría del evangelio, acompañando a niños y jóvenes, matrimonios, adultos y personas de mayor edad, participando toda la comunidad en la acción misionera, formando hombres y mujeres que no solo sean personas cultas, sino también de generoso corazón y haciéndose cercana y servidora de los más pobres y débiles. Queremos que toda nuestra actividad celebrativa, pastoral, evangelizadora, educativa, cultural y caritativa-asistencial sea conforme a la pedagogía del amor.

El templo parroquial estuvo lleno de fieles, quienes participaron con fe, espíritu agradecido y alegría en la celebración que fue animada espléndidamente por la Coral Nuestra Madre del Dolor, de la parroquia, dirigida por el P. Pedro Corella. A continuación, se distribuyó la revista conmemorativa de los 50 años de la parroquia a los 500 asistentes.

Al término de la celebración, el obispo mantuvo un encuentro festivo con los fieles asistentes, compartiendo el vino español que se sirvió en los locales del patio interior del Colegio. También hubo lugar para las mutuas felicitaciones y los agradecimientos personales y de los grupos de la comunidad parroquial por estos 50 años. Hacia las 15:00 horas, en el comedor del Colegio, con la presencia del Sr. Obispo, los sacerdotes, religiosos y laicos participaron de un almuerzo fraterno.

A lo largo del año han sido numerosas las iniciativas que se han llevado a cabo para celebrar el cumpleaños: celebraciones, encuentros significativos, conciertos, conferencias, publicaciones. Todo un año que hoy ha concluido con una celebración entrañable y fantástica, además de profundamente religiosa y sentimental, una maravillosa fiesta, por la alegría y el abrazo de hermanos y por sentirse como una gran familia, y que ha servido para mirar hacia el futuro con esperanza y para impulsar la vida de esta comunidad parroquial de Nuestra Madre del Dolor.

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Carlos Sagardoy Azagra


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