Parroquia Nuestra Madre del Dolor
Con la confirmación se refuerza y complementa la obra del bautismo. Así, el bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo, se une más con la iglesia y se compromete a ser testigo de Jesucristo, defender su fe y transmitirla.
¿De dónde surge?
La iglesia se funda el día de Pentecostés; cuando los apóstoles y discípulos se encontraban reunidos 50 días después de la resurrección. Estaban temerosos, no entendían lo que había pasado, creían que todo había sido en vano y se sentían tristes. Entonces el Espíritu Santo descendió sobre ellos, los transformó, dejaron de tener miedo y se lanzaron a predicar y a bautizar.
La confirmación es nuestro “Pentecostés personal”. El Espíritu Santo está actuando continuamente sobre la Iglesia de modos muy diversos. La confirmación (al descender el Espíritu Santo sobre nosotros) es una de esas formas en que Él se hace presente.
Padrinos
Como sucede con el bautizo, el padrino de confirmación será quien tiene como misión ayudar al confirmado a avanzar en el camino de la fe y de la vida cristiana.
Generalmente, se acostumbra que el padrino y/o madrina sean los mismos del bautizo; sin embargo, hay ocasiones en que el catequista (quien ha preparado a los confirmados) sea el elegido como padrino. En cualquier caso, es importante que quien asuma esta función sea consciente de su significado y de la importancia de su apoyo en el camino cristiano del confirmado.
El ritual de la confirmación
Se trata de una misa presidida por el Obispo. Tras la proclamación del Evangelio, la comunidad, por medio del Párroco, llama a los que serán confirmados y los presenta al Obispo, pidiéndole que los admita al sacramento de la confirmación.
El Obispo, después de preguntar si se han preparado convenientemente, en nombre de toda la comunidad eclesial acepta a los candidatos a este sacramento.
Luego viene la homilía, donde el Obispo explica el sentido de este sacramento así como sus compromisos y exigencias. En seguida, el Obispo extiende sus manos sobre la comunidad reunida e invoca al Espíritu Santo y pide sus sagrados dones para los que van a ser confirmados: don de la sabiduría, entendimiento, fortaleza, ciencia, consejo, piedad y temor de Dios. Esta imposición de manos es signo de elección y bendición divinas para la realización de una misión.
Otro de los aspectos importantes en la confirmación es la unción con el Crisma en la frente, el que se confirma recibe así la marca del Espíritu Santo que lo asemeja mas a Cristo, el ungido de Dios, y le da valor para ser el anunciador del Evangelio, testigo del amor y la justicia de Dios.
El símbolo
Como el agua tuene el significado de limpieza en el bautismo, en el sacramento de la confirmación es la unción del Santo Crisma lo más importante.
Desde la antigüedad se utilizaba el aceite con muchos fines, como el de curar heridas, a los gladiadores se les ungía para fortalecerlos, también era símbolo de abundancia y plenitud. La palabra cristiano significa igualmente ungido. La unción debe hacerse en la frente, con el Santo Crisma, que es aceite de oliva mezclado con bálsamo y está consagrado por el Obispo.
“Recibe por esta señal de la cruz el don del Espíritu Santo”, se dice mientras se realiza la unción. Hay que recordar que la cruz es el distintivo de nuestra fe.
Fiesta
Hay quienes se oponen a hacer de este hecho un pretexto más para hacer una fiesta a lo grande. No obstante, al tratarse de una celebración religiosa, en la cual nos acercamos más a Dios, los católicos lo consideramos un acto digno de festejarse.
Eso sí, se considera prudente mantener este acto como algo más espiritual, en donde el confirmado tome conciencia de haber seguido la palabra de Dios y sus próximas acciones como servidor de Cristo.
Así que si lo deseas, puedes hacer una reunión con las personas más allegadas a la familia y celebrarlo.