La Cuaresma como conversión a la ciudadania………

El lunes 1 de abril, a las 19:45 horas, en la Parroquia Nuestra Madre del Dolor tuvimos el retiro de cuaresma, dirigido por el capuchino P. Fidel Aizpurúa Donazar, sobre la ciudad guarda el código de ciudadanía, la cuaresma entendida y vivida como conversión a la ciudadanía.

El P. Elkin presentó al P. Fidel Aizpurua, hermano menor capuchino, que reside en la parroquia de Valvanera de Logroño. Hizo estudios de Teología Bíblica y Filología Hebrea en la Universidad de Lovaina (Bélgica). Doctorado en Teología por la Facultad de Vitoria. Actualmente imparte clases de Biblia en dicha Facultad como profesor jubilado y colabora activamente en publicaciones de estudios bíblicos y de espiritualidad. Entre sus obras: Comentario al Evangelio de san Juan (Quetzaltenango 2008); La recreación de los carismas religiosos desde los aprendizajes sociales (Vitoria 2015).

El P. Fidel inició el retiro de Cuaresma con una invitación a la conversión. Y una posibilidad de vivir la conversión, dijo, puede ser convertirnos a la ciudadanía. La ciudadanía se deteriora y es necesario volver al código de la ciudadanía desde el lado de la espiritualidad cristiana, como una posibilidad de crecimiento espiritual. Teniendo en cuenta el componente social en la vivencia de nuestra fe, puede ser un camino espiritual para vivir en sociedad de manera más fraterna.

Para iluminar la reflexión utilizó una escena franciscana medieval. Para la construcción de la convivencia y ciudadanía es necesario el uso de buenas palabras, el afrontamiento del conflicto, el correcto entendimiento, la recomendable sencillez y el alejamiento de la violencia. El código de la ciudadanía es el código del respeto, de la tolerancia, de la colaboración y del gozo ciudadano. También la plegaria del pobre puede contribuir humildemente si está imbuida de amor social y de pasión por la convivencia en paz.

También nos habló del ciudadano Jesús, en el pasaje evangélico de las dos dracmas de Mateo (¡7,24-27). Los impuestos deben estar al servicio del pueblo, sobre todo de los pobres. Los discípulos se resisten al mesianismo pobre de Jesús, no entienden que lo importante no es cuánto voy a ganar, sino cómo me voy a entregar a los frágiles. La razón de ser de la comunidad de Jesús en el mundo es ser amparo de los débiles y se colabora con las instituciones públicas, por discutibles que sean, para evitar el escándalo social.

Seguidamente, nos habló de las aportaciones de la comunidad cristiana a la ciudadanía. El seguimiento de Jesús es un modo concreto de ser persona, de ser hermano y de ser ciudadano. Para el cristiano lo prioritario es la persona y su dignidad, y el amor más grande es el de dar la vida por los otros. El cristiano ampara a los débiles, pues los verdaderos hijos del Reino son los que acompañan la vida de los frágiles. La vida del cristiano es comunitaria y social y contribuye explícitamente a la ciudadanía. La comunidad cristiana está dispuesta siempre a andar los caminos que van conduciendo a la igualdad efectiva. Y, además, lucha por la paz y colabora a que el perdón social esté presente y sane a la sociedad.

Pero los cristianos debemos reconocer los valores espirituales de la ciudadanía.  La sociedad en sus valores más hondos nos enseña a conectar con el Evangelio. El amor social nos enseña el camino de la fraternidad básica. Contra el discurso del odio, hay que fortalecer la cohesión colectiva y la adhesión al bien común de valores de referencia. Es importante no atender las voces de la ira. La gente que lucha por el bien es numerosa y los signos de bondad abundan y son cercanos. Debemos ser apóstoles de la inclusión, pues la sociedad es más ella, cuanto más incluye, abraza y acoge. Saber persuadir y seducir a quien hiere a la sociedad, por las ventajas, personales y sociales, de sumarse a la ciudadanía como casa común, como beneficio colectivo.

Finalmente terminó con oraciones para andar por la calle, de M. Quoist. Es importante hacer de la calle un lugar de oración, para ver con más claridad que convertirse a la ciudadanía es una tarea espiritual. Nos leyó algunas oraciones, como la del banco, el parque, la calle compartida, la iluminación urbana o los lugares del diálogo.

Con un corazón convertido a la ciudadanía, ama la ciudad que el Señor te da, ora por tu ciudad como un deber de gratitud, participa en la vida de tu ciudad, desea vivir en una ciudad de mejor nivel ecológico, desea para tu ciudad un nivel más alto de espiritualidad y contribuye a que los caminos de vida sean más espirituales y con más sentido.

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